El maldito Eitor, lo hubiese lanzado contra la ventana pero no podía culparlo, pensé. Solo le iba a tolerar ese golpe. Esperaba que lo dejara pasar. Me veía con odio y entendí que si me equivoque, ella le importaba mucho. Quizás estaba enamorado.
Jelena se veía muy sensual con esos jeans y esos tacones. Estaba nerviosa, temblaba allí sentada. No me gustaba verla así. Estaba tan cerca y tan lejos, no podía tocarla. Por un momento quise mandar todo a la mierda y abrazarla y besarla. ¿Por qué no podía tenerla?
—Ya salió en la prensa—dijo Eitor mirando su móvil.
—Sí, pude haberlo evitado pero no quise —explique, mire a Jelena que se veía sorprendida.
—¡Que romántico! ¿Para agradar a mi novia? —inquirió Eitor con sarcasmo.
—Para que se acabe su carrera de una vez. La so