Me ubiqué en mi nueva habitación en la mansión Van de Venter. La cueva del lobo para mí, la única razón por la que quise quedarme allí y no en uno de los miles de lugares que me ofreció Gael, fue Jelena, y vaya que Gael insistió, no me lo podía reconocer a la cara, pero la única razón por la que no me quería en la mansión Van de Venter era precisamente porque estaría cerca de Jelena. Se quedó tranquilo cuando le recordé que me casaría con ella pronto, que daba igual, su rostro reflejo, decepción, pero nada podía hacer, a él mismo le convenía el matrimonio.

Lo quería matar, quise golpear el rostro de Gael por mirar a Jelena como la veía. Por un momento olvidé todo, incluso quién era él. ¿Estaré enamorado de esa salvaje? Pensé. La muy estúpida se me fue metiendo de a poco. La quería conmigo. Casarnos ya no era un asunto de negocios, quería conquistarla, de algún modo recuperarla, porque siempre supe que la tenía, no estaba seguro si por descubrir que lo que había entre ellos parecía real