Con el corazón latiendo acelerado por el nuevo descubrimiento, Isabela se alejó en silencio, caminando apresurada, necesitaba decírselo a Mari inmediatamente, era el padre de David quien lo presionaba para casarse con esa mujer.
Esa jovencita, era la amante de un hombre que le doblaba o triplicaba la edad y bien que podría ser su propio padre.
— ¿¡El padre de Daniel y David!? — Susurró Mari, alarmada, al escuchar la historia de Isabela. — No puede ser, es un anciano…
— Lo sé, quizás por eso David no quería que te enterarás de nada, era su propio padre después de todo… — Alegó Isabela todavía impresionada.
— Aunque así sea… Ni Daniel, ni David, nunca se llevaron bien con su padre como para protegerlo o ayudarlo en algo como eso…
— Entonces… ¿Por qué motivo David habrá aceptado ese matrimonio arreglado? — Sopesó Isabela, extrañada.
— No lo sé, ese hombre, siempre fue un egoísta y lo sigue siendo… Solo ha habido una ocasión en la que sé, que el padre de David lo ayudó con…
Mari