— No es necesario dar detalles, Max… — Isabela separó a su esposo de Mari, pues su hija se veía abrumada. — Yo tampoco lo sabía, me enteré hace poco y para mí también fue abrumador…
Mari bajó la vista con tristeza, cuando sintió una cálida mano que entrelazaba los dedos con los de ella y al voltear, allí estaba David, serio, pero implacable, con su sola mirada, Mari podía sentir su apoyo.
— ¡Lo voy a matar! ¡Voy a buscarlo ahora mismo y lo voy a matar! — Voceo Máximo dando un par de zancadas hacia la salida al tiempo que cerraba los puños a los costados con impotencia.
— Qué buena idea, papá, te apoyo… — Patrick se traqueó los dedos de las manos con una expresión amenazante. — Ese tipo se merece una paliza que no pueda olvidar… ¿Qué te parece si le fracturemos todos los huesos? Así no se atreve a tocar a otra mujer nunca más. — Patrick intentó seguir a Máximo.
— Yo lo sostengo y mínimo, le parto los huevos… — Murmuró Albert más atrás.
— ¡Aquí nadie va a ninguna parte! — Voceo Is