Mari parpadeó, incrédula, con su corazón golpeando con fuerza.
— ¿Qué? — Exhaló ella, aturdida.
David se inclinó un poco más cerca, sintiendo que el mundo se reducía a ella y a él.
— Siempre te he amado… Y ya no puedo seguir ocultándolo más.
Un silencio cargado de electricidad los envolvió, Mari apenas podía respirar, sus sentidos se quedaron atrapados entre el miedo, la confusión y el deseo.
Los labios de Mari temblaron al escuchar esas palabras, y el corazón le latía como un tambor desbocado.
David se acercó aún más, el espacio entre ellos casi desaparecía, y su mano rozó suavemente la mejilla de Mari.
— Quiero protegerte… Cuidarte… Y… — La voz de David se quebró un poco. — Quiero estar contigo, a pesar de todo.
Mari no pudo contenerse más, con un suave impulso, ella se acercó a David, cerrando el poco espacio que quedaba entre ellos y sus labios se encontraron en un beso ardiente, lleno de pasión que fue contenida durante mucho tiempo.
El mundo alrededor desapareció,