David llevaba horas entre los impetuosos rayos del sol a las afuera del edificio donde Kelly trabajaba, aún con el aire acondicionado encendido y los cristales ahumados, el calor era sofocante, pero él no pensaba rendirse.
Él no estaba allí por curiosidad ni por simple entretenimiento, estaba allí por Mari, cada esfuerzo de intimidación de Kelly contra Mari, había encendido en David un fuego de protección que él no podía ignorar.
Menos cuando su sexto sentido le decía que ya estaba cerca y que pronto descubriría algo grande, algo muy importante.
Mientras observaba desde la distancia, David notaba detalles que otros pasarían por alto: cómo Kelly revisaba el teléfono varias veces en menos de cinco minutos, cómo se aseguraba de que nadie la siguiera y cómo hablaba con voz suave con cada persona que se cruzaba, David guardaba cada gesto en su memoria, todo podía ser una pista, todo podía ser útil.
Con los binoculares listos, David se mantenía alerta ante cualquier persona que entrara