Gema se detuvo frente a la habitación de Pavel. Aunque había visitado ese cuarto muchas veces a lo largo de ese mes, un familiar escalofrío de nerviosismo recorrió su espina dorsal. Cada encuentro con él era como acercarse a una fiera impredecible. Sabía demasiado bien cuán intimidante podía ser Pavel.
Respiró hondo, buscando serenar el leve temblor de sus manos. "Afortunadamente, hoy es el día que te dan de alta y el final de esta farsa. Pronto recupere mi vida, lejos de tu abrumadora personalidad" se repitió mentalmente. Con un último suspiro tocó ligeramente la puerta y, sin esperar respuesta, giró el pomo y entró.
Al cruzar el umbral, se quedó pasmada al ver a dos personas mayores en la habitación.
—Gema —pronuncio Pavel, quien sentado en la cama la observándola como una montaña inmutable—. Les estaba contando a mis padres que tengo novia. Estaba esperando que viniera para presentarte.
Al escuchar esas palabras, el corazón de Gema latió aceleradamente. Su mirada se dirigió al inst