La luz de la tarde se filtraba por la ventana, iluminando el rostro concentrado de Lena, que estaba absorta en su conversación. Al otro lado de la línea telefónica, la voz de Pavel era inusualmente cálida.
—Estoy fascinado con esa mujer, Lena. De verdad, me gusta mucho tu amiga —confesó. Sus palabras estaban llenas de emoción.
—Me alegra mucho escucharte decir eso, mi montaña rusa. —Una oleada de alegría pura e inesperada iluminó su rostro, mientras una sonrisa amplia y genuina se dibujaba en sus labios—. Ella puede ser un poco alocada, pero es un contraste perfecto para tu formalidad.
—Después de tantas experiencias contigo, Lena, estoy más que preparado para lo impredecible —bromeó Pavel—. Además, un poco de espontaneidad le vendrá bien a mi estricta agenda.
Lena soltó una carcajada abiertamente.
—¡El sábado cenamos los cuatro! Tenemos que compartirlo y celebrar que las cosas, por fin, están cambiando para mejor.
El teléfono interno interrumpió su conversación. Colgó el móvil y lu