Javier "El Tiburón" empujó a Luca a un pasillo lateral, alejándolo de la sala de interrogatorios. Los guardias de Noah ya estaban arrastrando al prisionero, que seguía riendo y escupiendo sangre, de vuelta a su celda. —¡Cálmate, Bellini! —siseó Javier, agarrándolo del brazo—. ¿Quieres que te metan en una celda junto a él? ¡Se acabó tu hora! ¡Hiciste lo que viniste a hacer! ¡Lo rompiste!
Luca se apoyó contra la pared fría, su pecho subiendo y bajando, su mano vendada goteando sangre fresca sobre el suelo de concreto. —Ese hombre... lo mataré —susurró, su voz temblando por la furia. —Lo que sea —replicó Javier—. Pero lo harás desde fuera, no desde aquí. Vete. Ahora.
Mientras tanto, en la sala de visitas principal, el caos reinaba. Lombardi, actuando por instinto médico, intentaba sostener a Guillermo, que estaba de rodillas, temblando y sollozando histéricamente. —¡Guillermo, mírame! ¡Respira! ¡Tenemos que salir de aquí!
Justo entonces, Ricardo y Alessandro irrumpieron en la sala, habi