El Veneno del Padre
En la sala de visitas adyacente, Guillermo y Emilio observaban a través del cristal ahora transparente. Vieron a su padre, Noah, congelarse al verlos. Lo vieron mirar a Emilio, luego a Luca Bellini, y de nuevo a Emilio.
Y entonces, lo vieron reír.
No era una risa normal. Era una risa histérica, maníaca, un sonido sin alegría que helaba la sangre, incluso a través del grueso cristal. Vieron a su padre señalar a Emilio, luego a Luca, y aunque no podían oír las palabras exactas, leyeron el insulto en sus labios: "¡Bastardo!"
—¿Qué está diciendo? —murmuró Guillermo, confundido y asustado—. ¿Por qué se ríe así? ¿Qué le está haciendo ese hombre?
El pánico se apoderó de él. Creyendo que Luca estaba torturando a su padre, Guillermo se lanzó contra la puerta que conectaba las dos salas. Estaba cerrada con llave. —¡ABRAN! —gritó, golpeando el metal—. ¡ES MI PADRE! ¡DÉJENME ENTRAR!
Un guardia en el pasillo dudó, pero Javier "El Tiburón", que observaba desde lejos y disfruta