La voz interrumpiendo el momento le pertenecía a Brendan. Ante su repentina cercanía, Thomas se apartó, desvaneciendo los nervios y la incomodidad de Chloe.
—Thomas, ha surgido un asunto en la empresa —avisó, su tono impasible pero su rostro serio—. Es necesario que lo revises en persona.
—¿Ahora? —preguntó Thomas, un rastro de fastidio marcando su ceño, como si aquella interrupción le supiera a intromisión en un momento que le pertenecía.
—Ahora —replicó Brendan, sin darle margen a la duda.
Thomas dejó escapar un suspiro. Sus ojos buscaron los de Chloe con la intensidad de quien calcula los riesgos y no quiere soltar aquello que considera suyo. Sus dedos se deslizaron hasta su cintura en un gesto que era tanto de protección como de una marca silenciosa de posesión.
—La llevaré a casa —se ofreció Brendan antes de que su padre siquiera lo pidiera—. Puedes confiar en mí.
El silencio se estiró apenas unos segundos. Finalmente, Thomas asintió y se inclinó a dejar un beso en la comisura de