—¿Hasta cuándo vas a jugar a ignorarme? —las palabras de Brendan tenían un tono bajo, provocador, que se deslizó por la piel de Chloe como un hilo eléctrico, erizándola.
Se acercó lentamente, y Chloe pudo sentir el calor que emanaba de él, una presencia tan cercana que parecía adueñarse de su espacio de una manera peligrosa.
Sus miradas se encontraron en el espejo. La de él reflejaba una mezcla de enojo y deseo, era un imán que le advertía que no habría escape. El aire dentro del tocador estaba cargado, pesado, como si cada molécula contuviera la electricidad acumulada entre ellos durante la fiesta.
—¿No piensas dejarme tranquila, verdad? —preguntó Chloe, mostrando un deje de molestia pero también de cansancio.
Estaba cansada de tener que fingir y resistirse a la atracción implacable que sentía por Brendan, así como de ocultar cuánto le molestaba verlo junto a Evelyn. Pero se recordaba todo el tiempo por qué lo hacía.
Brendan permaneció en silencio mientras reducía el espacio e