57. Mía esta noche

Medea se sentía abrumada por las emociones que estaba experimentando en ese momento. El reencuentro con Elian la había dejado alterada, y ahora Kaien se mostraba extraño, aunque no se apartaba del beso que le estaba dando.

Él la sujetó por la nuca y profundizó el beso, invadiendo su boca con la lengua, arrancándole un gemido que se tragó sin contemplaciones.

Desde que se había mudado a su mansión, no se habían vuelto a besar. Kaien no había osado cruzar ese límite otra vez desde que ella lo rechazó. Aun así, Medea sentía constantemente su mirada sobre ella, y entre ambos surgían roces inocentes que encendían demasiado.

¿Qué era distinto ahora? ¿Por qué actuaba así?

—Kaien —lo empujó con suavidad en el pecho, recuperando el aliento—. ¿Qué estás haciendo?

—Borrándolo de ti —gruñó, agitado.

—¿Borrar qué?

—A él —murmuró, repasando su labio inferior con el pulgar mientras la miraba intensamente—. Sé que te besó.

Medea lo miró con un atisbo de temor. Los ojos azulados de Kaien estaban pelig
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