58. Como marido y mujer
Medea se bajó del regazo de Kaien una vez se recuperó y empezó a buscar su ropa interior. Por suerte, no estaba destruida como pensaba, así que se la puso, sintiendo sobre ella la mirada del hombre que acababa de darle el mejor orgasmo de su vida, aunque hubiese sido dentro de un auto.
—¿No vas a decir nada? —preguntó él.
Medea terminó de ponerse el vestido y lo miró.
—¿Qué se dice en una situación como esta? —alzó una ceja—. Acabamos de tener sexo, estuvo bien, y ya.
—¿Y ya? —repitió Kaien con una sonrisa cínica que ella no alcanzó a ver—. Supongo que sí.
—¿Esperabas algo más?
—No, en realidad —mintió—. Solo que se repita.
Las mejillas de Medea se tornaron rojas.
—De verdad que no tienes tacto —siseó.
—¿Por qué? Si estuvo increíble, ¿no? A los dos nos gustó —se acercó a ella con una mirada depredadora—. Haré que se repita.
La besó en los labios y luego se cambió. Abrió la puerta del auto y salió. Ella lo hizo poco después, alisando su vestido y acomodando su cabello como si nada hubi