34. Su esposa se fue
El dolor de cabeza que Elian sentía al día siguiente era brutal, como si le hubieran golpeado justo entre los ojos. Se incorporó con lentitud, soltando un gruñido mientras se frotaba las sienes.
De inmediato notó la ausencia del cuerpo a su lado. Medea no estaba, lo cual le resultó extraño: ella siempre era la última en levantarse, ya que necesitaba ayuda para arreglarse. Pensó que tal vez estaba en el baño, y con una sonrisa traviesa fue a buscarla. Sin embargo, su sorpresa aumentó al no encontrarla por ningún lado.
¿Había bajado a desayunar? Tal vez. Seguramente estaba emocionada por el viaje que harían ese día; ya todo estaba preparado para pasar una semana fuera.
Con esa idea en mente, se metió a bañar, dejando que el agua fría aliviara su jaqueca. No tenía ni el menor deseo de ver a la causante de su estrés del día anterior. ¿Un bebé? Por favor. Saphira lo había hecho a propósito. Seguro había manipulado los condones o quién sabe qué para quedar embarazada.
Una vez vestido y list