En manos del mafioso

El auto se detuvo frente de una enorme e imponente mansión, Fiorella, ahora Leticia se tomó un poco de tiempo para llenarse de fuerzas y poder continuar con aquella locura.

Unos leves golpes a la ventana del auto hicieron que ella diera un pequeño salto, trago saliva y su corazón latió con fuerza, en la parte de afuera un hombre vestido de traje ofreció su servicio para acomodar el auto.

Fiorella bajó del auto, acomodó su majestuoso vestido; mostrando una sonrisa falsa agradeció a aquel hombre.

Era una noche fría, las corrientes de aire hacían que todo su cuerpo se tornara pesado, dando pasos cortos se dirigió hacia el interior con el resto de los invitados.

Fiorella se ubicó en una de las mesas, siendo cuidadosa llevó la mirada a su alrededor, había permanecido la mayor parte de su tiempo trabajando arduamente que ya había olvidado como se sentía estar en medio de aquel tipo de reuniones, las cuales le desagradan.

Fiorella sin saberlo estaba rodeada por cabecillas de la mafia, claramente en aquella noche se tratarían temas muy importantes.

Uno de los hombres que estaba al servicio de aquella celebración le brindó una copa con licor a Fiorella, ella la aceptó mostrando una sonrisa en su rostro, una vez que acercó los labios a la copa noto que todos brindaban su atención hacia la parte de atrás.

Fiorella giró levemente su cabeza y conectó la mirada con el hombre que su padre había descrito sin el mayor detalle.

—Se trata del señor De Luca, ¿qué debo hacer si se acerca a mi mesa?, ¿cómo actuar, si claramente no estoy preparada para ello?, ¿qué debo hacer para acercarme y conseguir que no logren darse cuenta que no soy Leticia? —preguntó Fiorella sin poder parpadear.

Justo cuando el señor y la señora De Luca pasaron frente a Fiorella fijaron la mirada en ella, para no levantar sospechas de inmediato se levantó y saludó con una venia mostrando respeto. 

—Buena noche señor y señora De Luca, estoy muy agradecida por haber permitido que me encuentre en este lugar rodeada de personas importantes como ustedes —habló Fiorella con un tono de voz seco sintiendo miedo de cada palabra que salía de su boca.

—Gracias por el cumplido señorita, espero que pase un feliz resto de noche; con permiso —respondió el señor De Luca y junto con su esposa avanzó hasta una de las mesas.

“¡Demonios!, ¿cómo podré pasar desapercibida si mi imprudencia no me lo permite”, Fiorella gruño.

Nuevamente tomó asiento, sostuvo la copa en su mano y dio un leve sorbo, los nervios la estaban consumiendo, necesitaba encontrar la manera de poder asumir el rol de su hermana y poner a su familia a salvo.

Los minutos transcurrieron, la música de fondo hacía que el lugar fuera escalofriante, Fiorella de manera inconsciente estaba encerrada en una enorme jaula con las peores fieras hambrientas.

Fiorella llevó la mirada a su alrededor, todo estaba tranquilo, un ambiente tenue estaba próximo de caer sobre ella, en silencio castigaba la falta de compromiso de su hermana y la ingenuidad de su padre.

Fiorella se levantó con deseos de ir al baño, necesitaba caminar un poco para poder persuadir los nervios, en ese momento las puertas se abrieron de golpe, Fiorella giró su cuerpo y fijó la mirada hacia la entrada.

Sus labios se separaron, un hombre alto con traje oscuro perfectamente ajustado a su cuerpo musculoso ingresó, él caminó con seguridad directo a su trono, su rostro duro como una roca marcaba una expresión combinada entre sorpresa y sensualidad.

Detrás de él varios hombres lo acompañaban con cara de pocos amigos, ante aquella entrada Fiorella perdió el control de su cuerpo; aquel hombre avanzaba sin detenerse yendo directo a ella.

A poca distancia él se detuvo. Su mirada oscura y penetrante recorrió cada centímetro del cuerpo de Fiorella como si buscara respuestas en su piel; la intensidad con la que la observaba la hizo sentir expuesta, completamente vulnerable.

Fiorella se sintió de la manera más pequeña ante su presencia, sentía como la mirada de aquel endemoniado hombre atravesaba su cuerpo.

—¿Quién carajos es este hombre y por qué me observa con tanta intensidad? —se preguntó Fiorella a punto de desmoronarse.

Aquel hombre guardó silencio, como un espectro parado frente a ella, los comentarios dieron inicio a su alrededor, él inclinó la cabeza y luego pasó por su lado fingiendo que no había notado nada.

Fiorella sintió un estremecimiento, a lo largo de su vida había conocido el miedo, pero nunca desde ese punto; era una mezcla entre atracción inexplicable y peligro total.

Los deseos de ir al baño se apaciguaron, lentamente regresó a la silla, recogió el cabello atrás de su oreja y nuevamente levantó la mirada en dirección de aquel hombre.

La masculinidad de aquel hombre había logrado activar un instinto primitivo que no sabía que existía en ella. El corazón de Fiorella había quedado completamente exaltado, golpeaba en su pecho con una fuerza salvaje, y su respiración agitada como si hubiese corrido una maratón.

En la parte de adelante se ubicó aquel imponente hombre, todos guardaban silencio con la atención puesta en él.

—Agradezco a cada uno de ustedes por estar en este lugar acudiendo a mi llamado, las noticias no son tan agradables como quisiera...

Luego de tomarse un instante para continuar desvió la mirada y la fijó en Fiorella, aquel movimiento ella no lo vio venir siendo difícil desviar la mirada de la suya.

—Los últimos informes dejan claro que las pérdidas a causa de los hermanos Mancini son abismales, tenemos que poner un alto, debemos aumentar la seguridad, ponerle precio a la cabeza de esos desgraciados y no descansar hasta arrancarlas de sus cuellos.

Fiorella al escuchar los temas tratados a lo largo de la reunión había quedado en shock, en aquel momento supo que había entrado en la boca de un feroz lobo; lo único que deseaba era que todo terminara y poder salir huyendo de aquel lugar lo más antes posible, antes de que fuera descubierta.

Al terminar, todos levantaron las copas y brindaron por el hijo y próximo heredero de la familia De Luca, en medio de la celebración Fiorella logró escabullirse, dando pasos largos fue en búsqueda de su auto.

Un par de hombres se pararon frente a ella impidiendo que se pudiera retirar, el tono de piel de Fiorella cambió al instante, con las manos sudorosas intentó pasar por su lado, pero ellos la detuvieron.

Ante su manera de actuar ella de inmediato supo que no estaba siendo invitada, todo lo contrario, estaba siendo tomada a su disposición en contra de su voluntad.

—El jefe quiere verla —ella negó con su cabeza—. No quisiéramos arruinar ese hermoso vestido, lo mejor es que venga con nosotros.

—¿El jefe? —preguntó Fiorella con la voz temblorosa—. Dile que lo veré luego, ahora tengo prisa —Fiorella intentó escabullirse una vez más.

—Donato no es el tipo de hombre al que le gusta recibir un no por respuesta, evitemos inconvenientes, mejor venga con nosotros —intervino otro de ellos.

Fiorella cerró los puños con fuerza, claramente no tenía escapatoria, en su interior el miedo hacía de las suyas, fingir ser su hermana no era nada fácil y reunirse con una persona que nunca antes había visto sería lo más complejo.

Fiorella fue llevada al interior de un auto sin brindar ningún tipo de explicación, uno de ellos colocó una bolsa oscura sobre su cabeza y le indicó que guardara silencio.

El trayecto fue largo y silencioso, con cada minuto que transcurría Fiorella sentía que había cometido un grave error al haber aceptado la petición de sus padres.

El auto se detuvo, Fiorella fue bajada sin tener delicadeza, retiraron la bolsa de su cabeza, ella llevó la mirada a su alrededor, estaba a las afueras de Nápoles en una villa.

Los muros altos y los guardias armados aseguraban que ahora era prisionera, el lujo y el peligro convivivian allí como viejos amigos.

—Vamos, el jefe espera —una voz cortante rompió el silencio.

Fiorella fue empujada hacia el interior de aquel lugar, sus piernas temblaron, quería salir huyendo del destino que le esperaba.

—Por favor no me hagan daño, déjenme ir, les aseguro que no he hecho nada malo, todo hace parte de un malentendido —Fiorella suplicó, pero sus palabras no fueron escuchadas.

Mientras que ella trataba de encontrar una excusa para salir de aquel lugar, fue llevada directo a una enorme sala, los hombres se detuvieron, lentamente ella giró su cuerpo sintiendo que era observada, su mirada se fijó justo al lado de la chimenea.

Fiorella quedó en shock, tragó saliva queriendo decirse a sí misma que sus ojos le mentían, pero nada de eso era cierto, allí estaba nuevamente el mismo hombre con aquella endemoniada postura que hacía que sus piernas no respondieran a sus órdenes.

Donato bajó lentamente el vaso con licor y lo colocó sobre una mesa, avanzó con lentitud calculadora acechando como depredador a su presa, el aire se tensó.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó Fiorella con firmeza recordando las palabras de sus padres.

Debido a la corta distancia Fiorella pudo sentir el discreto, pero firme perfume que golpeaba contra su nariz.

—Lamento la forma en que terminaron las cosas en nuestro último encuentro, todo se salió de control, lo siento, pero es imposible no continuar con nuestros planes —espetó con un tono de voz ronco y autoritario causando que la piel de Fiorella se tornara de puntitos.

—No tienes que disculparte, supongo que podemos iniciar nuevamente... —respondió Fiorella al instante para no levantar sospechas.

Donato avanzó dando pasos largos, sujetó la cintura de Fiorella con una mano e intentó besarla, pero Fiorella, por instinto, apoyó ambas manos en su pecho, quedándose completamente rígida.

No eres Leticia —Donato entrecerró los ojos con agudeza.

—¿De qué estás hablando? —El corazón de Fiorella dio un salto. Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando que él no notara nada extraño. Se obligó a abrazar el cuello de Donato con aparente intimidad, acercando poco a poco sus labios a los de él—. Claro que soy Leticia.

Donato soltó una leve risa, rodeó su cintura con ambas manos y la besó.

Da igual. No importa quién seas, para mí es lo mismo.

Fiorella espantó la mirada, no comprendía lo que estaba sucediendo.

—Si te quedas junto a mí haré que cada minuto sea inolvidable, yo obtendré lo que busco y la deuda de tu familia estará saldada —murmuró y nuevamente devoró sus labios con pasión ardiente y descontrolada.

“¿Qué clase de relación era la que tenía Leticia con este hombre?, podré mentir sobre cualquier tema, pero fingir que tengo experiencia con los hombres es un completo error.

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