Isabela Luján observaba la ciudad desde su oficina en el piso más alto de Luján Enterprises. Las luces de la ciudad brillaban como una constelación, pero en su mente solo había sombras. La batalla contra Natalia Ferrer había llegado a un punto crítico. Aunque aún mantenía el control de la mayoría de sus activos, había algo que Natalia no comprendía: Isabela no se rendiría tan fácilmente.
El reloj marcaba la medianoche, pero Isabela no podía descansar. Cada paso que había dado hasta ahora la había acercado a la victoria, pero también la había puesto al borde de la perdición. Había dado tantas batallas, pero esta guerra parecía diferente. Natalia Ferrer no solo era una rival; era alguien que comprendía el juego a la perfección. Las jugadas que había hecho la joven empresaria en los últimos días eran calculadas, agresivas, y cada vez más efectivas.
El teléfono de Isabela vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Javier. "Tenemos información sobre los movimientos de Natalia. Mañana a las 10: