La presión en Luján Enterprises era palpable. Isabela se encontraba en su oficina, repasando los últimos informes financieros. Las cifras de la empresa, aunque aún fuertes, comenzaban a mostrar signos de debilitamiento. Natalia Ferrer había lanzado un golpe certero, pero lo peor era que había conseguido despertar dudas en los inversionistas clave. Isabela no podía permitirse perder el control, no ahora, no cuando tantas cosas estaban en juego.
Javier se presentó en la oficina con una expresión grave. Su semblante usualmente tranquilo y seguro ahora mostraba signos de tensión. Sabía que su jefa no toleraría los fracasos. Desde la última reunión, las cosas se habían puesto más difíciles, y los ojos de todos estaban ahora sobre ella.
- ¿Qué hemos conseguido? - preguntó Isabela sin apartar la vista de los documentos. Su voz era firme, pero había una notoria preocupación en sus ojos. Sabía que las piezas de su imperio estaban comenzando a desmoronarse.
Javier dejó un dossier sobre la mesa,