Sofía no podía permitir que el juego que Felipe había comenzado se desarrollara sin que ella luchara con todo lo que tenía. El sonido de la puerta cerrándose con un golpe resonó como un aviso, como si el mismo destino hubiera sellado su suerte. Los hombres armados de Felipe rodeaban a su equipo, formando un muro que parecía imposible de atravesar, pero Sofía no iba a ceder. Sus ojos recorrían rápidamente el espacio, buscando cualquier oportunidad para escapar, cualquier resquicio en el que pudiera aprovechar la situación.

-No tenemos mucho tiempo -murmuró Leo, quien estaba a su lado. El sudor perlaba su frente, pero sus ojos reflejaban la misma determinación que los de Sofía.

Felipe, desde su posición elevada, sonrió con frialdad. Su rostro parecía una máscara imperturbable, pero Sofía podía ver algo más en sus ojos. Satisfacción. Estaba disfrutando del control, de la sensación de poder que le proporcionaba tenerlos a todos allí, atrapados en sus propias trampas.

-Pensé que serías más