La noche había caído, pero la tensión seguía siendo palpable en la ciudad. En un elegante restaurante del centro, Isabela Luján se encontraba frente a un grupo de sus inversionistas más influyentes. La reunión había comenzado con un brindis, pero la atmósfera seguía densa, como si todos estuvieran esperando la oportunidad para hablar sobre los eventos de la tarde. Isabela no había mencionado nada sobre la reunión con Natalia Ferrer, pero sabía que el tema se abriría tarde o temprano. La jugada había sido calculada, y ahora el tablero estaba preparado para la siguiente movida.
A lo lejos, desde una mesa reservada, Natalia Ferrer observaba con la misma determinación con la que había ingresado a la sala. Su presencia no pasaba desapercibida, aunque mantenía una expresión tranquila y controlada. Había un leve resplandor en sus ojos, una mezcla de furia y estrategia, que solo aquellos que la conocían bien podían percibir. Esta cena no era solo para disfrutar de la comida o la compañía. Era