Yo soy un hombre celoso Addy.
LUCIEN MORETTI
Dos semanas.
Eso fue todo lo que necesitó Adeline para dejar a toda mi compañía sin palabras.
En catorce días, había logrado lo que muchos de mis empleados no pudieron hacer en años. Presentaciones impecables, ideas frescas, propuestas tan audaces como rentables. En cada reunión, en cada junta, mi prometida brillaba como si hubiera nacido para estar en esa sala.
Y lo mejor de todo es que no era solo por ser "mi futura esposa". No. Era porque era brillante. Intensa. Precisa. Dueña de una mente afilada que cortaba el aire como una daga de seda.
Mi teléfono vibró con otro mensaje de Paolo: "Addy cerró el trato con el grupo español. Lo hicieron pedazos. Marzia casi se desmaya."
Sonreí.
Desde mi oficina, veía el reflejo de ella al otro lado del cristal. Su compañero de trabajo, Silvano, un joven recién ascendido del área internacional, se inclinaba sobre su escritorio mostrándole algo en la pantalla. Se reía. Ella también. Su mano rozó ligeramente la suya.
Tragué saliva.
Sil