KIARA DE SANTIS
Después de que Noah me dejó sola en el cine, me fui de compras y luego renté una habitación en mi hotel favorito. Pasé allí el resto de la tarde y la noche, como toda una reina herida.
A la mañana siguiente, desperté relajada. Me di un baño de tina con sales y bajé a desayunar al buffet. Tomé algunas frutas, jugo y unos suculentos hotcakes.
Mientras comía, revisé el celular.
145 llamadas perdidas de Noah.
20 de un número desconocido.
15 de otro.
Sonreí.
Noah me dejó sola en el cine. Así que yo, simplemente, desaparecí.
Me cambié de ropa y tomé el tren que me lleva a Suiza en menos de tres horas. Seguían entrando llamadas, pero no le respondía.
Él quería que desapareciera, así que lo complací.
Ya en Zúrich, caminé despacio por sus calles limpias y elegantes. Me metí a un bar y pedí un trago. Entonces llegó un mensaje:
“Kiara, niña malcriada, ¿dónde MIERDA estás?”
Sonreí de nuevo. Las llamadas cesaron, los mensajes también. Supuse que se había dado por vencido. Pasé la t