SILVANO DE SANTIS
Después de unos hermosos días en el pueblito de Asher —y de que mi adorada Anny desplegara sus dotes de casamentera junto a su hermana— volvimos a Barcelona. Addy, Anny y Asher se hicieron el examen de ADN que confirmaría que eran familia. Yo nunca estuve del todo de acuerdo con ese plan. Para mí, siempre fue mejor decir la verdad, aunque suavizando el hecho de que su padre fue un hijo de puta que intentó matar a mi suegra. Si lo hubiera logrado, mi Anny no estaría hoy en este mundo.
Al llegar a mi departamento, noté de inmediato lo agotado que se veía Noah. Sin duda, lidiar con mi hermana Kiara lo había dejado más cansado que todas las misiones en las que ha participado. Y lo entiendo: mi hermana puede ser insoportable a veces.
—¡Hermanitooo! Qué bueno que volviste, ¿qué me trajiste?
—Una vaca y una oveja.
—Ay, qué pesado.
—Kiara, fuimos a un pueblito, no a París. Además, aquí puedes salir. ¿Por qué no fuiste de compras?
—Noah no me quiso llevar —me dijo con tono de