LUCIEN MORETTI
La cena estaba servida y el aire tenía ese calor de hogar que a veces es tan escaso en nuestras vidas. Velas encendidas, el sonido de cubiertos entremezclado con risas, platos servidos con generosidad y copas de vino tintineando. Me senté a la mesa al lado de Addy, que apoyaba su mentón en su mano mientras sonreía con dulzura al ver a su hermana reír con Kiara y Marie. Lucy también reía, aunque trataba de disimularlo. Agus, como siempre, hablaba con la boca llena, y Annelisse escondía la cara detrás de su copa de agua para no atragantarse.
—¿Quieren que les cuente algo vergonzoso de Silvano? Un día llegó a la casa con una herida en la ceja porque se resbaló en la ducha—saltó Kiara, con ese tono juguetón que anunciaba caos.
Silvano gruñó, pero nadie lo detuvo.
—¡No fue una herida, fue una fractura casi abierta! —dijo ella entre risas—. Y juro que trató de decir que había sido en una pelea. jajaja pero yo sabía que había sido en la ducha... ¡Una ducha, por Dios!
—¡Kiara!