MARIE MORETTI
El golpe seco de mi rodilla contra su entrepierna lo hizo doblarse como un papel arrugado. Michelle soltó un gemido ronco, sorprendido. No esperaba que yo reaccionara, mucho menos así. Sus manos trataron de atraparme, de contenerme, pero no soy la niña frágil que él cree. He aprendido de mi familia, de mi padre, de mi hermano, incluso de Josh ha entrenado conmigo. Sé cómo moverme.
Apreté los puños y descargué uno contra su rostro, escuchando el chasquido de su mandíbula, seguido por una patada. Michelle tropezó hacia atrás, tambaleante. Su mirada se volvió rabiosa, pero yo no le di tiempo a contraatacar. Me lancé encima con una patada en la cara que era mi especialidad, después un codazo directo a su quijada. Su cuerpo se desplomó contra la pared metálica con un sonido sordo.
—¡Maldita sea, Marie! —escupió, llevándose la mano a la cara ensangrentada.
—Te lo advertí, Michelle. Nunca debiste tocarme.
Se lanzó hacia mí con un rugido, pero desvié su golpe, lo giré con una ll