LUCIEN MORETTI
La universidad no había cambiado mucho. Pero yo sí.
Caminaba entre estudiantes como un espectro: gorro negro, gafas oscuras, mascarilla. Nadie me reconocería. Nadie se imaginaría que el CEO Moretti estaba entre ellos.
Observaba. Buscaba. Esperaba.
Sabía que si habían tomado fotos de Addy aquí, lo harían otra vez. Ella era un imán. Una presencia que iluminaba sin querer. Y yo… yo era su sombra.
Vi su silueta a lo lejos. Salía del edificio principal con un grupo de amigas. Sonreía.
Mi pecho se apretó.
Pero no bajé la guardia.
Moví mis ojos como francotirador. Y lo vi.
Él estaba allí.
Misma chaqueta gris.
Mismo celular en mano.
Misma maldita sonrisa falsa mientras fingía ver el paisaje.
Pero sus ojos… sus ojos estaban sobre ella.
Y los míos, sobre él.
Comenzó a moverse. Lo seguí.
A pasos calculados, invisibles, como un animal al acecho. Dobló por la biblioteca. Luego por la cafetería. Y cuando creyó que nadie lo miraba… sacó la cámara.
Click.
Click.
La estaba fotografiand