Todo ocurrió en un suspiro.
Bastien había salido hace más de una hora para solucionar el problema del hotel, una distracción bien planeada. Cuando regresó a la habitación, todo parecía igual. Kate estaba allí, recostada en el sofá con uno de sus libros favoritos entre las manos. Sonrió al verlo entrar, dulce, tranquila.
Pero algo… algo no estaba bien.
—¿Amor? —su voz sonaba igual—. Llegaste.
Bastien frunció apenas el ceño. Se acercó, la besó suavemente en los labios. Sí, olía a Kate. Se sentía como ella. Pero sus labios... no temblaron como siempre lo hacían con el primer roce. Su respiración no se agitó. Su corazón no se aceleró.
—¿Qué estuviste haciendo mientras no estaba? —preguntó él, sentándose junto a ella.
—Leyendo... como siempre. —Levantó el libro con una sonrisa, pero no mencionó el título. Kate siempre lo hacía.
Pequeños detalles. Mínimos. Invisibles para cualquiera. Pero no para Bastien, le pasó su revista favorita de modas en sus manos.
— Cariño, viste el último tomo, lo t