MARIE MORETTI
Salí al jardín con la tablet en la mano y los auriculares colgando del cuello. El día estaba tibio, el sol filtrado entre las glicinas, y por una vez en mucho tiempo, el mundo parecía silencioso. Me senté entre los cojines, abrí el diseño y empecé a dibujar. Líneas suaves, pliegues, bordados… todo fluía. Después de la discusión con Anny, necesitaba paz. Ella insistía que me gustaba Josh, ppff que ridículo.
Estaba perdida en mis pensamientos hasta que sentí su presencia.
Michelle.
—Hola, pequeña —dijo con esa sonrisa tranquila que le nacía sin esfuerzo.
—Hola, Michelle —respondí, con una sonrisa que solo él me sacaba.
Se sentó a mi lado como si el espacio le perteneciera. Luego de hablar de mis diseños, caminamos un poco después, yo con la tablet en una mano, él con las suyas metidas en los bolsillos, como siempre.
Y detrás, como un imán constante, Josh.
No hacía falta girar para saber que estaba ahí. Podía sentirlo. Sus pasos pesaban incluso cuando eran silenciosos. Me e