LUCIEN MORETTI – MILÁN
El aire olía a muerte.
Los pasillos de Seraphim Corp eran un cementerio en llamas.
Hombres caídos. Alarmas apagadas.
El suelo manchado con lo que alguna vez fue orden. Todo era caos.
Mi respiración era irregular. No por el cansancio… sino por el miedo.
El miedo de no llegar a tiempo.
El miedo de que ese maldito hubiera dañado a Addy.
Mi princesa estaba aquí, y si algo le pasaba, yo quemaría todo este maldito lugar… con todos los que le hubieran hecho daño.
Doblé la última esquina, derribé la puerta y la vi.
Atada. Inconsciente.
El cuerpo flácido sobre una camilla metálica.
Una marca en su cuello.
Su rostro pálido. Sus labios temblando.
Mi corazón se detuvo.
—¡ADDY! —rugí.
Corrí hacia ella. La toqué con miedo de que ya no estuviera conmigo.
Mis manos temblaban. En mi mente, miles de escenarios.
Si ella no estaba… yo me iría con ella, sin dudarlo.
Pero seguía respirando, aunque no reaccionaba.
La habían drogado. Y el responsable… lo pagaría.
Un golpe me llegó por