LUCIEN MORETTI
La casa estaba llena de risas. Clarita se había integrado como si siempre hubiera estado con nosotros, con su risa suave y su mirada llena de vida. Anny, Addy, Marie y las demás charlaban sobre la boda de Asher y Clarita, los planes, los vestidos, los detalles. La atmósfera era ligera, relajada, como si, por fin, después de tantas tormentas, estuviéramos viviendo un poco de paz. Lucy y Agus jugueteaban por el jardín, Silvano y yo compartíamos una mirada silenciosa, agradeciendo por tenerlos a todos cerca, bajo techo, seguros.
Me recliné en el sillón, el calor del fuego llenando la sala con su luz cálida, mientras escuchaba las bromas que circulaban entre las chicas. No pensaba en nada más que en el bienestar de los míos. El resto del mundo podía esperar. Pero como siempre, la calma nunca dura.
De repente, un golpe sordo en la puerta principal rompió el flujo de las conversaciones. No era un golpe normal. Era fuerte, urgente. La tensión se sintió en el aire inmediatame