SILVANO DE SANTIS
No estaba preparado para verla entrar así.
Tan hermosa. Tan resuelta.
Tan… ella.
Anny me saludó con una sonrisa nerviosa y me entregó una bolsa de papel con algo dentro. No era un informe. No era un encargo. Era…
—Te traje esto —dijo—. Por si el desayuno de campeones no incluye azúcar.
Quise decirle algo, cualquier cosa. Pero no pude.
Solo tomé la bolsa.
La abrí.
Y ahí estaba: un muffin de chocolate, con un corazón de chocolate. Y una nota pegada con cinta:
“Buen día, novio mío. ☕❤️”
Me quedé mirándola. Ella bajó la cabeza, como si temiera haber hecho algo mal.
—¿Tú lo hiciste?
Asintió, mordiéndose el labio.
—Gracias —murmuré, y eso fue todo lo que logré decir.
La tomé de la mano antes de que saliera.
—¿Vendrás después de clases?
—Si me invitas —me dijo con su voz dulce.
—Entonces te espero.
Miré a todos lados y le di un beso fugaz.
—Te amo…
Le susurré con el corazón en la mano.
—Yo también —me respondió, con sus ojos miel brillando por mí nuevamente. Y eso fue un re