La advertencia Martina.
La noche cayó sobre el valle con un silencio espeso, casi irrespirable. Chiara dormía en su habitación, pero no era un sueño tranquilo. Algo, una sombra que no pertenecía del todo al mundo de los vivos, comenzó a envolverla con la lentitud de la niebla que invade los bosques antes del amanecer.
No había sonido al principio. Solo la sensación de frío, un frío que parecía calarle hasta los huesos y que no tenía sentido, porque bajo las mantas su cuerpo estaba cálido. Entonces lo sintió: un murmullo. Muy bajo. Un hilo de voz, como si viniera de lejos, del fondo de un túnel que se extendía mucho más allá de los límites del tiempo.
—Chiara…
La joven, en su sueño, giró el rostro. Todo estaba oscuro a su alrededor. Oscuro y cubierto de niebla. Podía ver el suelo, o lo que parecía un suelo: tierra húmeda, barro. Un camino angosto que se perdía entre árboles deformes por la bruma. No sabía cómo había llegado allí. No sabía si realmente estaba soñando o si había muerto en la cama sin darse cuen