— ¡RATERA! — Exclamó Helena viéndola con odio, la tomó de los hombros y le estampó una bofetada.
Alexandra no se movió para nada y Gabriel al ver que Helena abofeteó a su esposa de inmediato intervino.
— ¡Jamás vuelvas a tocarla! — Zarandeo a Helena. — ¡Lárgate de mi caravana!
— ¡No! — Helena se mantuvo. — No me moveré hasta que saques a esa zorra ladrona de mi circo, o si no llamare a la policía para que la lleven.
— Si ella se va, yo también lo haré y sabes que yo no amenazo, yo actúo.
Gabriel habló con tal frialdad que la tensión en el aire podía cortar. Helena batallo con la mirada, pero no podía ganarle a Gabriel.
— Espero que la castigues por lo que hizo.
— Eso no te incumbe, ahora ten y lárgate. — Gabriel le entregó el dinero a Helena y ella salió. — ¿Por qué lo hiciste?
Alexandra no dijo nada, aun no se movía.
— Responde Alexandra, defiéndete, porque si no lo haces asumiré que si lo hiciste y que sigues siendo una maldita niña mimada.
Gabriel la miró esperando una res