Capítulo 65
Interrogatorio
Erick llegó a la sala del cuartel con el ceño fruncido. Los soldados se cuadraban al verlo pasar, pero él apenas los notaba. Su mente ya estaba en otro sitio. Apenas cruzó la gran puerta de madera que daba al pasillo principal, se detuvo y miró a su alrededor.
—Bastián —llamó con firmeza.
El aludido apareció desde una de las habitaciones cercanas, limpiándose las manos con un trapo.
—¿Sí?
—Trae a Dina. Dile que me espere en mi despacho. Es hora de que hable.
Bastián lo observó en silencio un momento. Asintió con una leve inclinación de cabeza y, sin decir más, fue a buscarla.
Mientras tanto, Erick subió las escaleras hasta su despacho. Un lugar amplio, con una gran ventana que dejaba entrar la luz de la mañana y una mesa pesada de madera cubierta de papeles, mapas y documentos. Caminó de un lado a otro, impaciente, como un lobo enjaulado. No quería interrogarla con rabia, pero tampoco estaba dispuesto a escuchar mentiras.
Minutos después, la puerta se abrió.