XXII Verdugos
—Esta aldea me gusta, creo que podríamos quedarnos por aquí más tiempo —sugirió Ah-um, entrando con Desz a la taberna.

Se habían pasado las últimas estaciones yendo de lugar en lugar, en dirección hacia el este. Todos eran buenos sitios hasta que llegaban los rumores de los monstruos que torcían cuellos y bebían sangre. Creciendo entre Tarkuts, el ahora joven humano buscaba constantemente la compañía de otros como él.

—Esta aldea es grande y cercana al camino principal, desde donde se puede llegar a otros poblados de la zona repartidos por las llanuras y muy aislados unos de otros, eso será del gusto del señor. Además, oí que la vista desde las colinas hacia el valle es hermosa, con el río bañando las tierras en todo su esplendor —agregó el muchacho.

—Sí. Debe ser la hermosa vista lo que te tiene tan fascinado —comentó Desz.

No necesitaba sus agudos ojos de Tarkut para notar el modo en que Ah-um miraba a la doncella que atendía las mesas. Era una joven de piel radiante y belleza crist
NatsZ

Un crimen imperdonable y un castigo impensado. ¿Estará bien la enamorada de Ah-um?

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