Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche cayó despacio, como si quisiera demorarse un poco más sobre la mansión, tiñendo el cielo de un azul profundo que invitaba a la introspección. Una brisa suave entraba por las ventanas entreabiertas del comedor, haciendo que las cortinas de lino se movieran en un ballet perezoso. El aire traía consigo el perfume discreto de las flores del jardín y la frescura de la tierra húmeda después del riego.
Desde la cocina llegaba un aroma irresistible, una mezcla de especias y asados, y el olor dulce del pan recién salido del horno. Maria y una de las ayudantes terminaban de arreglarlo todo, intercambiando palabras rápidas y coordinadas, como quienes ya conocían cada gesto de la otra.
La mesa estaba impecable. Un mantel blanco de lino se extendía como un manto







