Mundo ficciónIniciar sesiónPero antes de que pudiera hacer algún comentario ingenioso más, la puerta se abrió de golpe y Aurora entró corriendo a la cocina, el cabello suelto ondeando detrás de ella y un brillo impaciente en los ojos.
—¡TÍA BIA!
Beatriz se giró justo a tiempo para verla lanzarse a sus brazos. Se agachó y abrazó a la niña con ternura y añoranza.
—Florcita, cuánto te extrañaba.
—¡Yo también! —dijo ella, riendo—. Pero ya nos vamos y ni siquiera vamos a poder jugar… —añadió, haciendo un pucherito.
—No estés triste, muy pronto la abuela y yo iremos d







