Helena estaba ahí.
Alta, perfecta, vestida con un suéter beige que parecía haber sido elegido para combinar con la casa Winchester. Estaba de pie junto a Noah, demasiado cerca, con los brazos cruzados y una sonrisa suave en los labios, como si tuviera todo el derecho del mundo a estar en ese lugar.
Denisse se quedó paralizada en la entrada del vestíbulo con el corazón latiéndole en la garganta. Apenas hacía unos minutos estaba decidida a buscar a Noah para agradecerle —entre nervios y timidez— por haber salido en su defensa contra la prensa… y ahora lo encontraba con su ex.
—Noah… —alcanzó a decir ella, sintiendo cómo se le vaciaba el estómago.
Noah levantó la vista. Su expresión cambió, pero no con rapidez suficiente. Helena lo miró también, y la sonrisa que le dirigió a Denisse fue educada… y extraña al mismo tiempo
—Así que tú eres la famosa prometida —dijo Helena, avanzando un paso—. Es un gusto al fin conocerte.
Un gusto.
Un gusto.
La palabra le rasgó el pecho.
Denisse abrió la b