Denisse permaneció en el vestíbulo largo rato después de que Noah desapareciera por el pasillo. Aún podía sentir los dedos de él en su mandíbula, su aliento rozándole la piel, la advertencia en aquella voz grave:
“No vuelvas a besarme así… si no quieres que pase algo que no podamos detener.”
La frase la perseguía como un eco. Como un peso cálido en el pecho. Como algo prohibido que no debía sentir. Pero todo se desplomó cuando vio la pantalla de su celular.
“¿Jugando a la novia perfecta? No olvides el pago. O todo saldrá a la luz.”
Sintió un vacío en el pecho, tan grande que apenas podía respirar.
No podía seguir así. No con un compromiso falso. No con una familia entera creyendo en esa ilusión. No con Noah… mirándola como si pudiera ver a través de ella.
Guardó el teléfono con manos temblorosas. Necesitaba pensar. Necesitaba tiempo.
Pero justo cuando iba a escapar a su habitación para ordenar su mente, escuchó la puerta principal abrirse de golpe.
—¿Denisse? —llamó una voz masculina.