El sonido del correo electrónico interrumpió la quietud de la noche.
Laila levantó la vista del cuaderno donde hacía cálculos de horarios y repasaba apuntes de la preparatoria en línea.
El reloj marcaba casi la medianoche, y la pantalla del viejo portátil iluminaba su pequeño cuarto con una luz fría.
El asunto decía:
“Sobre la entrevista.”
Frunció el ceño.
Durante un segundo pensó que era otro correo automático del restaurante, pero al abrirlo, la firma al final la hizo tensarse.
Marcus Blackthorne.
El aire pareció volverse más denso.
Leyó las primeras líneas una vez, luego otra.
Cada palabra la atravesaba con una mezcla de incredulidad y… descolocación.
“No suelo hacer esto. Normalmente, si alguien rechaza una oferta, sigo adelante. Pero esta vez no.
No porque crea tener razón, sino porque me di cuenta de que quizá la manera en que te hablé fue la equivocada...”
Laila dejó caer las manos sobre el teclado.
Por un momento no supo qué sentir.
Marcus Blackthorne pidiendo disculpas.
El mi