Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche cayó sobre el departamento como un abrigo cálido. Las luces bajas iluminaban la sala con un tono ámbar suave, y el aire olía a té de jengibre y a las galletas que Melissa había insistido en hornear, aunque la mitad terminaron aplastadas por su entusiasmo.
Laila estaba recostada en el sofá, con una manta ligera sobre las piernas. Marcus había perdido la cuenta de cuántas veces le había preguntado si quería otra almohada, más té, o cambiar la temperatura del aire.
Ella solo sonreía.
Esa sonrisa cansada pero dulce que tenía cuando estaba débil.
Melissa estaba sentada a los pies del sofá, dibujando algo en el cuaderno nuevo que Marcus le había comprado







