Mundo ficciónIniciar sesiónMarcus llegó a la oficina más tarde de lo habitual. El tráfico había sido un infierno, y la cabeza le dolía desde que salió del penthouse.
El cansancio se mezclaba con una calma extraña, esa que llega cuando, después de meses de tormenta, la vida finalmente parece alinearse.
Laila dormía tranquila cuando salió. Melissa también.
Y por primera vez en años, él había sentido la certeza —profunda, limpia— de que todo tenía sentido.
Cuando entró en su despacho, Evelyn estaba revisando unos documentos.
La luz de la tarde caía oblicua sobre los ventanales, y el aire olía a café recién hecho.







