Mundo ficciónIniciar sesiónEl cielo de Manhattan amaneció gris, como si el día mismo presintiera que algo iba a romperse. Clara aparcó frente al edificio Blackthorne con la calma estudiada de quien no improvisa jamás.
Llevaba un abrigo beige sobre un vestido de seda negro y los labios pintados de un rojo discreto.
No era un color de seducción, sino de guerra silenciosa.
Caminó por el vestíbulo como si aún le perteneciera.
Los empleados la saludaban con cortesía, recordando su pasado vínculo con Marcus, y ella devolvía las sonrisas sin detenerse.
En la recepción, la joven asistente levantó la vista.
—Buenos días, señora Clara —dijo, tit







