Mundo ficciónIniciar sesiónLa lluvia volvió a la ciudad como un telón que se corre despacio. Contra los ventanales del penthouse, las gotas dibujaban caminos caprichosos, y el cielo de la tarde se había quedado en un gris translúcido que parecía filtrar los ruidos de abajo. Todo estaba más quedo, más íntimo. La clase de día en que la verdad encuentra espacio para hablar.
Marcus miró el reloj solo una vez. Luego respiró, dejó el teléfono boca abajo y cruzó la sala con ese paso que aprendió a ablandar cuando estaba con Melissa. La niña había impuesto su agenda: “tarde de cuentos y lluvia”. Había apilado libros en el sofá, una manta en la que cabían dos y una atención entera para los dragones que, según ella, “solo rugen si nadie les tiene miedo”.







