Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl domingo había dejado un cielo limpio sobre la ciudad, y la brisa de la mañana entraba por la ventana del pequeño cuarto de Laila. El reloj marcaba las ocho y media, pero ella seguía recostada, mirando el techo como si esperara que las grietas le respondieran lo que aún no sabía decidir.
Sobre la mesa, el teléfono seguía con la pantalla encendida:
1 mensaje nuevo – Marcus Blackthorne.
Lo había leído la noche anterior, palabra por palabra, más de una vez.
Había algo distinto en ese correo. No era la voz fría del magnate que conoció el día de la entrevista. No era el tono impersonal de quien acostumbra







