Emiliano salió de la habitación. Su rostro reflejaba una mezcla de alivio y confusión. A pesar de sus intentos por mantener todo bajo control, sabía que algo se le escapaba de las manos.
Desde el otro extremo del pasillo, Sebastián lo observaba con atención. Había permanecido vigilante, sin ser visto, analizando cada movimiento de aquel humano. Lo vio caminar con prisa hacia la salida del hospital, mirando a ambos lados antes de subirse a su auto.
Sebastián sacó su teléfono y marcó un número. Esperó unos segundos hasta que la voz de Damián respondió al otro lado de la línea.
—¿Y bien? ¿Qué noticias me tienes? —preguntó Damián con tono firme.
Sebastián suspiró, pasándose una mano por el cabello mientras observaba el auto alejarse por el estacionamiento.
—Como te escribí en el mensaje… fue a ver a Selene. Pero no pude acercarme a la puerta para escuchar lo que hablaron. Su madre, Evelyn, los dejó a solas. No quise arriesgarme. Nos tocará seguir investigando para saber qué tipo de relaci