Selene sonrió, aunque sus ojos reflejaban otra cosa. Su lobo interior gruñía por dentro con desconfianza.
—Sí, he escuchado hablar de ella… —dijo, fingiendo calma—. ¿Y dónde estaba ella cuando ocurrió el tiroteo?
—Al parecer… —Suspiró Emiliano, recordando lo poco que había visto entre el humo y el caos—. Se tropezó con Damián. Él fue quien la protegió. La sacó del club cuando comenzaron los disparos.
Selene entornó los ojos.
—¿Damián la protegió?
—Eso dijo —respondió Emiliano, aún confundido—. Pero también dijo algo que me dejó preocupado: cree que alguien quiso matarla. Que ese disparo no era aleatorio. Que iba dirigido a ella.
Selene desvió la mirada hacia la ventana. Así que es ella… la que mi lobo no pudo detectar… la que Damián protegió como si fuera suya…
—Y tú… —dijo con voz controlada—. ¿Tú qué opinas?
—No lo sé, Selene. Me desconcertó todo. Es como si todos supieran algo… menos yo. Ella no recuerda mucho de lo que pasó, y eso también me inquieta.
—Tal vez Damián la drogó —com