Damián la observó detenidamente. No percibía miedo en ella. Solo determinación, curiosidad… y una pizca de desconfianza. En el fondo, eso le agradaba. Luna Moretti no era una mujer fácil de manipular.
—Porque los disparos fueron dirigidos exactamente al lugar donde tú estabas sentada con tu… acompañante —respondió con calma, midiendo sus palabras.
Luna frunció el ceño.
—¿Está usted seguro de eso?
—No tengo pruebas… aún —admitió Damián, dando un paso más cerca de ella—. Pero mis hombres vieron todo. El tirador entró al club sin dudar, apuntó justo hacia donde tú estabas. Una mujer fue herida, pero no eras tú… Y en medio del humo, las luces y el caos, alguien cometió un error.
Luna bajó la vista un instante, digiriendo la información. Luego lo miró con expresión firme.
—¿Cree usted que fue un intento directo contra mí? ¿No podría haber sido un ataque general al club? ¿A alguien más?
Damián negó suavemente.
—Lo pensé… pero quien entró no disparó a lo loco. Fue directo a tu mesa. Y si mi