Shadow
Estaba en la iglesia, admirando el lugar, aunque más por falta de algo mejor que hacer que por verdadero interés en los detalles.
Miré mi traje, ese que Gabriella había elegido cuidadosamente para mí, y que, según ella, me hacía ver “sofisticado". Lo único que sabía era que me apretaba demasiado y que la corbata parecía diseñada para estrangularme.
Casi ocho meses habían pasado desde que me había arrodillado frente a ella con un anillo en la mano, y cada día después de eso había sido un auténtico tormento.
Las flores. Las invitaciones. Los postres. Mierda.
Había sobrevivido a disparos, torturas y misiones suicidas, pero nada me había preparado para el infierno de planear una boda.
Suspiré, acomodándome el cuello del traje mientras mi mirada recorría el altar.
Gabriella me había explicado cada detalle del lugar, pero, sinceramente, no recordaba nada de lo que me había dicho. Solo asentí como un idiota enamorado porque sabía que verla feliz valía todo ese esfuerzo.
Aunque, claro,