Lorenzo
Tenía a mi mujer entre mis brazos, su cabeza estaba descansando en mi pecho mientras sus dedos dibujaban círculos perezosos sobre mi piel.
Moría de ganas por saltarle encima y hacerla mía... Pero ya me había "informado" de los arreglos que había hecho a mis espaldas con sus amigas...
—¿Qué tal si cancelamos todos nuestros planes y nos quedamos aquí? —murmuré, inclinándome para besarle la frente.
Mis manos comenzaron a deslizarse por su espalda con un propósito claro, y está vez no sería tan duro con ella. Al fin y al cabo, era mi esposa y no el objeto que había intentado mostrarle la noche anterior.
Ella levantó la cabeza y me miró con una sonrisa divertida.
—¿"Todos nuestros planes"? —preguntó levantando una ceja—. Tenemos un plan, y es ir a almorzar con tu jefe, tu único amigo, quien también es mi hermano, por si se te olvidó.
Solté un gruñido bajo, frustrado, y dejé caer la cabeza contra la almohada.
—Valentina fue la que inventó esa locura del secuestro, ¿por qué tendría q